Esta confesión es sobre uno de los más bizarros momentos que viví en mi vida, que por otra parte tiene una parte cómica muy grande o al menos yo me divierto mucho al recordarlo. Hace unos años estaba buscando trabajo y me llegó un correo electrónico para una entrevista de trabajo. Era una empresa que buscaba comerciales. Nunca me ha gustado la idea de vender algo a alguien que no lo necesita pero quería ver exactamente de qué se trataba aquello y por eso acudí en el día y hora señalado. Era para un banco, el cual no voy a decir el nombre.
Cojo el coche y me voy a la ciudad donde tenía la entrevista. Aparco el coche y tranquilamente, escuchando el viento sonar en mis oídos y viendo el sol acariciar el suelo que pisaba me dispuse a ir al lugar señalado. Me presento y me dicen, justo en aquel momento, no me lo dicen antes, justo en aquel momento, que no es una entrevista sino una charla. Pues vale, yo soy un chico de pueblo y si hay que ir a una charla voy a una carla.
Entro a la sala y ya está todo el mundo dentro escuchando a un tipo impecablemente vestido hablar de cosas muy importantes para el destino de la humanidad. Yo que voy vestido con zapatillas deportivas, pantalón vaquero, una camiseta que pone 68+1 y un jersey de cremallera abierto me percato que allí, no va de traje únicamente el tipo hablador, ¡todo el mundo va de traje!. Sí, traje y corbata y las mujeres de vestido. Y yo... un chico de pueblo con una camiseta que pone 68+1 me siento y alguien me da una carpeta. ¿Que como es que una persona seria y responsable como yo llevaba una camiseta así? Pues resulta que una vez le di dinero a mi hermana para que me comprara una camiseta. Hasta aquí puedo leer...
Al poco rato, no pasaría más de 1 minuto llega la misma persona que me atendió a la entrada y me dice que no puedo estar allí. Que es necesario que hubiera traído traje. Me pregunta si no me dijeron que era indispensable el traje y le dijo que no. Las persona que me envió el correo electrónico se le olvidó este pequeño detalle sin importancia. Tras irme de aquel sitio cogí de nuevo el coche y escuchando música relajante me volví al pueblo y metí las ovejas (literalmente). Poco después de llegar a casa me volvió a escribir la chica que me había planeado la entrevista para pedirme disculpas y para saber si podía ir otro día. Por supuesto dije NO.
No entiendo como en pleno siglo XXI aun hay empresas que hacen charlas para que trabajes con ellos y te obliguen a vestir de esta o aquella forma. Antes incluso de trabajar para ellos, sino justo en una charla previa donde te lavan el cerebro para que vendas productos tóxicos a personas mayores. ¿Banca ética?. Sé que en el mundo bancario una de las cosas más importantes es aparentar pero no entiendo que puedan valorarte por tu forma de vestir y no por tu productividad. Hasta aquí mi confesión
- El confesor
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