miércoles, 4 de octubre de 2017

Quiero hacer una confesión

Esta confesión es sobre uno de los más bizarros momentos que viví en mi vida, que por otra parte tiene una parte cómica muy grande o al menos yo me divierto mucho al recordarlo. Hace unos años estaba buscando trabajo y me llegó un correo electrónico para una entrevista de trabajo. Era una empresa que buscaba comerciales. Nunca me ha gustado la idea de vender algo a alguien que no lo necesita pero quería ver exactamente de qué se trataba aquello y por eso acudí en el día y hora señalado. Era para un banco, el cual no voy a decir el nombre.

Cojo el coche y me voy a la ciudad donde tenía la entrevista. Aparco el coche y tranquilamente, escuchando el viento sonar en mis oídos y viendo el sol acariciar el suelo que pisaba me dispuse a ir al lugar señalado. Me presento y me dicen, justo en aquel momento, no me lo dicen antes, justo en aquel momento, que no es una entrevista sino una charla. Pues vale, yo soy un chico de pueblo y si hay que ir a una charla voy a una carla.

Entro a la sala y ya está todo el mundo dentro escuchando a un tipo impecablemente vestido hablar de cosas muy importantes para el destino de la humanidad. Yo que voy vestido con zapatillas deportivas, pantalón vaquero, una camiseta que pone 68+1 y un jersey de cremallera abierto me percato que allí, no va de traje únicamente el tipo hablador, ¡todo el mundo va de traje!. Sí, traje y corbata y las mujeres de vestido. Y yo... un chico de pueblo con una camiseta que pone 68+1 me siento y alguien me da una carpeta.  ¿Que como es que una persona seria y responsable como yo llevaba una camiseta así? Pues resulta que una vez le di dinero a mi hermana para que me comprara una camiseta. Hasta aquí puedo leer...

Al poco rato, no pasaría más de 1 minuto llega la misma persona que me atendió a la entrada y me dice que no puedo estar allí. Que es necesario que hubiera traído traje. Me pregunta si no me dijeron que era indispensable el traje y le dijo que no. Las persona que me envió el correo electrónico se le olvidó este pequeño detalle sin importancia. Tras irme de aquel sitio cogí de nuevo el coche y escuchando música relajante me volví al pueblo y metí las ovejas (literalmente). Poco después de llegar a casa me volvió a escribir la chica que me había planeado la entrevista para pedirme disculpas y para saber si podía ir otro día. Por supuesto dije NO.

No entiendo como en pleno siglo XXI aun hay empresas que hacen charlas para que trabajes con ellos y te obliguen a vestir de esta o aquella forma. Antes incluso de trabajar para ellos, sino justo en una charla previa donde te lavan el cerebro para que vendas productos tóxicos a personas mayores. ¿Banca ética?. Sé que en el mundo bancario una de las cosas más importantes es aparentar pero no entiendo que puedan valorarte por tu forma de vestir y no por tu productividad. Hasta aquí mi confesión


- El confesor


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